Hace un año y medio llegamos al edificio que es ahora Casa Ahava. Honestamente, fue difícil ver potencial en el lugar, la infraestructura estaba descuidada y sabíamos que iba a requerir de mucho trabajo para que pudiera sentirse como una Casa.
Gracias a todas las personas que han traído sus manos limpiando, pintando, resanando paredes, orando e invirtiendo de su tiempo y recursos, hoy podemos sentarnos y disfrutar de la paz que encontramos en las áreas ya restauradas de Ahava.
Todavía es un lugar en restauración y construcción, pero dentro de estos cuartos, aún así sin terminar, es en donde las historias se reescriben e inicia una oportunidad para sanar.
El camino ha sido largo, y gracias a nuestras psicólogas y consejeras por disponer sus oídos para escuchar las historias que desgarran el corazón y aún así tener la fortaleza de estar aquí. Dios las bendiga.
A ustedes que nos leen, les pedimos estén atentos, porque aunque estamos agradecidos por la temporada que hemos vivido en este lugar, creemos que muy pronto Dios nos llevará a un lugar más adecuado, con la infraestructura necesaria, el espacio que requerimos y la belleza que podría irradiar una casa, un lugar de restauración, lo que somos en Ahava.
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